Primer Parcial Domiciliario
Política, nueva subjetividad y discurso.
Cátedra: Arfuch
Alumno: Ana Wagner
En una reflexión argumentada en función de las
problemáticas y discusiones planteadas hasta aquí en la bibliografía y en las
clases teórico/prácticas, comente sintéticamente alguno
de los siguientes pasajes, desplegando los conceptos y relaciones que
considere pertinentes:
3. "Toda escritura debe, pues,
para ser lo que es, poder funcionar en la ausencia radical de todo destinatario empíricamente
determinado en general. Y esta ausencia no es una
modificación continua de la presencia, es una ruptura de presencia, la `muerte´ o la posibilidad de la `muerte´ del
destinatario inscrita en la estructura de la marca". [...] "Lo que vale para
el destinatario, vale también por las mismas razones para el emisor o el
receptor. Escribir es producir una marca que constituirá una especie de máquina
productora a su vez, que mi futura desaparición no impedirá que siga
funcionando y dando, dándose a leer y a reescribir".
En principio lo
que transmite Derrida es la que la escritura trasciende al autor ya que cada
lectura hará de lo escrito otro texto. La función de la escritura supone su
legibilidad. El código no necesita del autor. Todo código es la condición de
posibilidad de sentido, a la vez que condición de imposibilidad, la posibilidad
del fracaso. La iterabilidad (otro), ligada a la repetición, estructura la
marca de escritura misma. Resultan
esclarecedoras las palabras de Bajtin: “…todo hablante es de por si un
contestatario, en mayor o menor medida: él no es un primer hablante, quien haya
interrumpido por vez primera el eterno silencio del universo, y él no
únicamente presupone la existencia del sistema de la lengua que utiliza, sino
que cuenta con la presencia de ciertos enunciados anteriores, suyos y ajenos,
con las cuales su enunciado determinado establece toda suerte de relaciones”[1]. No
podemos acercarnos a estos autores sin resaltar la teoría de la otredad y la
concepción de un sujeto relacional. Entender a la
escritura como representación le permite a Derrida introducir el concepto de
ausencia: la representación suple la presencia, y no como ruptura de la
presencia, sino como reparación y modificación continua.
Aparece el marcar como representar, como hacer
presente y en este sentido repara esa ausencia. “Una estructura que no fuese estructuralmente
legible-reiterable- más allá de la muerte del destinatario no sería una
escritura. Esto implica que no hay código de iterabilidad que sea
estructuralmente secreto. La posibilidad de repetir, y en consecuencia, de
identificar las marcas está implícita en todo código, hace de este una clave
comunicable, transmisible, descifrable, repetible por un tercero, por tanto por
todo usuario posible en general. (…)” (p. 356, 367). Aquí queda planteada la
teoría de la recepción, en tanto que es la lectura lo que actualiza el texto y
queda instaurada una relación.
El valor que toma
la ausencia para Derrida tiene que ver con una ruptura en la homogeneidad del
sistema que venía planteado por las tradiciones filosóficas. También influenciado por la teoría lacaniana,
incluye al inconsciente como constitutivo del ser humano. La identidad entonces
no puede ser entendida en términos de unidad. La ausencia puede ser de sentido, de la intención,
del total control del emisor de lo que quiso decir, ausencia de autoría
también. Es la ausencia de referente lo que construye la marca; “El signo nace
al mismo tiempo que la imaginación y la memoria, en el momento en que es
exigido por la ausencia del objeto en la percepción presente”(p.354). De aquí se
desprende el concepto de analogía, el cual asegura las continuidades. Un signo
escrito, como marca que permanece, da lugar a la repetición y a la vez siempre
tiene la posibilidad de ser sacado de su contexto. El autor introduce aquí el concepto de fuerza de
ruptura, el cual es la estructura misma de la iterabilidad de lo escrito: “dada
una estructura de iteración, la intención que anima la iteración no estará nunca
presente totalmente a sí misma y a su contenido. La iteración que la estructura
a priori introduce ahí una dehiscencia y una rotura esenciales” (p.168).
Todo signo escrito tiene las mismas
chances de funcionar como de ser sacado
del encadenamiento en el que está tomado. Es por esto que descarta las condiciones
de felicidad, diferenciándose de Austin.
Derrida pone el énfasis sobre el contexto, valorándolo por sobre el texto: “ningún
contexto puede cerrarse sobre él” (p.358) e instala la idea de acontecimiento.
Sobre este punto entabla una crítica al planteo de Austin, va a decir que el
concepto de contexto sufre una “incertidumbre teórica”.
El código es la
posibilidad y la imposibilidad de la escritura, concluye Derrida, que tampoco
puede cerrarse sobre su iterabilidad esencial o primera “Es algo propio de la
estructura de posibilidad del enunciado el poder formarse y poder funcionar
como referencia vacía o separada de su referente. Sin esta posibilidad, que es
también la iterabilidad general, generable y generalizadora de toda marca, no
habría enunciado” (p. 360) Todo signo puede ser citado y así romper con el
contexto dado, engendrar nuevos conceptos al infinito de manera absolutamente
no saturable. Esta apertura a los efectos de sentido da lugar al concepto de
diseminación. Este está sumamente ligado a que hay espacio – tiempo entre cada
repetición. Este espaciamiento es el surgimiento de la marca. Queda planteado
el lenguaje como una suerte de Foso.
Vale la
aclaración que Derrida no propone oponer enunciados citacionales y
enunciados-acontecimientos singulares por el otro. En este punto polemiza con
lo expuesto por Austín, y ofrece que se tratará de diferentes tipos de marcas o
de cadenas de marcas iterables. Pregunta
¿qué es un éxito cuando la posibilidad de fracaso continúa constituyendo su
estructura? Como ya se ha dicho, la intención que anima la iteración no estará
nunca presente totalmente a sí misma y a su contenido. Me parece que la mención a la muerte en la cita primera alude a esta última pregunta,
la posibilidad del fracaso presente en todo enunciado. De modo que concluye que
hay una ausencia esencial de la intención de la actualidad del enunciado, que
asimismo impide toda saturación de contexto. Lo mismo respecto a la identidad, que en el
caso de la firma se ejemplifica, “para funcionar, para ser legible, una firma
debe poseer una forma repetible, iterable, imitable: debe poder desprenderse de
la intención presente y singular de su producción. Es su mismidad lo que,
alterando su identidad y su singularidad, divide el sello.” (p.371) Pareciera
pertinente entonces mencionar que el libro en el cual Derrida inscribe este
texto es Márgenes de la filosofía. Podríamos ver en el margen un espacio
extra-límite que se extiende siempre en los bordes, o más allá de ellos. Me
parece que el concepto de diseminación está muy relacionado con este lugar del
margen, como lugar de apertura y negando en todo caso la posibilidad de un
desciframiento hermenéutico, la clarificación de un sentido o una verdad. “Cada
concepto pertenece a una cadena sistemática y constituye él mismo un sistema de
predicados. (…) son estos predicados cuya fuerza de generalidad, de
generalización y de generatividad se encuentra liberada, injertada sobre un
“nuevo” concepto de escritura que corresponde a lo que siempre ha resistido a
la vieja organización de fuerzas dominantes que organizaba la jerarquía
logocéntrica” (p.371, 372).
Derrida va a sostener que asistimos a un
despliegue histórico cada vez más poderoso
de una escritura general, de la cual el sistema del habla, de la
consciencia, del sentido, de la presencia, de la verdad, etc. son un efecto y
analizables en cuanto efectos.
Si la muerte
representa el límite de la presencia, no termina de funcionar tampoco como
límite último. A través de la firma alguien “es” incluso después de muerto, es
lo que queda de la identidad. La escritura vuelve a aparecer como trascendente.
[1]Bajtin, M. “El problema de los géneros
discursivos” en Estética de la creación
verbal, México, Siglo XXI, varias ediciones. Pág. 258.