Faltan 4 minutos para las 8:00 a.m. Asi que tengo un gran día por delante. Algo de sol ya veo.
El viaje me inspiró muchísimo. Estoy reincorporandome a la rutina en Buenos Aires. Sentí una libertad allá y una ausencia de prejuicios al caminar que quiero resguardar para mi vida aquí. En mi top de museos que conocí estan el de HundertWasser en Viena, el Museo de la música y el castillo Belvedere donde estaba la muestra de Klimt por los 150 años. En Berlín mi top fueron Postdam, el campo de Concentración y el Museo Pérgamo. Pero Berlín fue mucho más que museos, fue mucha vida, mucha vitalidad, mucha juventud. Expansión, vivencia. "Berlín se comió toda la cultura" sentí en un momento. Ayer charlabamos sobre la transformación que hicieron los alemanes, de transformar su sombra - más allá de que hoy los lidera Merkel - Hay mucha educación para la conciencia de lo que fueron los campos de concentración y exterminio, del significado de la 2º Guerra Mundial.
También me divertí a lo loco en Berlín, conocí cualquier cantidad de bares para el tiempo que estuve, calidad y cantidad de beer. Conocí muy bien el transporte, un lujo. Viernes y sabado toda la noche. Creo que llegué a caminar por el 70% de los barrios de Berlín. No me faltó el amor tampoco.
En el Mercado turco pude comrpar los regalos a mis amiguis, y unas zapas a 4 euros que usé bastante en el resto de los días de viaje. Llegué a Buenos Aires con 3 grados. No da. Pero aca estamos. Buenos Aires es una gran ciudad, inmensa y con gran variedad cultural.
En Amsterdam el clima no nos acompaño, pero la fiesta no me la perdí. Fui a una gran fiesta ilegal con mi amigo holandes, que me llevó en su bici, sin duda lo más emocionante. Ahí me ofrecieron como 5 drogas, que no acepté, solo probé los globos, algo muy llamativo. Se drogaban con globos que vendían en la barra a 3 euros. Nada que valga la pena a mi parecer, pero a ellos se los veía bien convencidos inhalando globos. En fin, experiencias. Al día siguiente fuimos a una clase de Body Combat, elemento sorpresa. Formaba parte de la rutina de los domingos de los que nos alojaban, en su preciosa casa de 3 pisos. Y después de un riquísimo almuerzo fuimos a caminar al parque, donde el solsito se dejaba ver un poco más.
Llegamos a Austria en tren. Pasamos un día en Innsbruck, ciudad del esquí. Una montañas preciosas y unas construcciones edilicias bien distintas a las nuestras, más como las que uno ve en películas, de siglos atrás. Y así en todo Austria. Una monarquía que dejó sus huellas, bien visibles. En Viena había una suerte de arco de triunfo con las insignias de Francisco emperador I siglo XIV. De lo más imponente que ví.
De lo 1º que hicimos en Viena fue visitar la casa del doctor Sigmund Freud, quien vivía a dos cuadras de lo de mi abuela Eli. También fuimos a sacarnos una fotito a allí. Fuerte, raro. Tampoco tanto. Y después de algunos palacios y museos también tuve mis ratos de juventud con un amigo de la facu vienés. Fuimos a ver el partido Alemania-Holanda a un bar el miércoles a la noche, donde tomamos algo y adivinamos el resultado del partido!! así que nuestra recompensa fueron más tragos, una suerte de licor de pera y de ciruela.
Ahora estoy acá, en mi 5to día en Buenos Aires. Tengo las imágenes bien frescas. Entre dudas vitales y banalidad twitteras, continúo la rutina que tengo armada. La vuelta al trabajo y a la facultad, que en algún punto son formas de expansión también.
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