sábado, 2 de mayo de 2009

Mañanas sin sal

Las gargantas se atoraban
Medio enredadas lloriqueaban.
Las pestañas no ahogadas, vislumbraban.
Amaban la nada.

La lámpara aquietaba a las láminas.
Láminas de miradas y
Bocetos de hadas. Eso, las hadas,
que tejían cuentos de recuerdos
y momentos eléctricos.

Sin trenes, ni bicis, ni botes.
Mudos en lo eterno, vivian de recuerdos.
Esbozaban sonrisas que hacian cosquillas.
Y sus mejillas amarillas los empapaban de risa.

Y la tia alimentaba los peces
que aleteaban especies en su nido.
Y el sonido de castillos
Alentaba a los niños.

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